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Personas en situación de calle en el «Día de los Invisibles»

Por: José de la Cruz Garrido

En el 28º aniversario del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, huelga poner de relieve una situación de suma urgencia en el contexto de la crisis migratoria venezolana: La gente en situación de calle. En el marco de lo que la literatura denomina sinhogarismo, que incluye además tomas, campamentos o situaciones de vulnerabilidad habitacional, la situación de calle es un fenómeno complejo. Adicciones, salud mental y desgracias personales son parte de las trayectorias de vida de quienes habitan la ciudad. Pero, asimismo, la situación de calle es una forma de vida, en parte anómica, pero también virtuosa con los barrios, donde conviven. El “cachureo” se vuelve una forma de economía circular, trabajos esporádicos que acercan a las personas en situación de calle con el comercio formal.

Este fenómeno que vengo describiendo, se caracteriza por una nota esencial de la condición de pobreza (a diferencia de la vulnerabilidad que es un estado del cual se puede salir). La invisibilización. La pobreza de las personas de calle pasa desapercibida para la mayoría de los transeúntes. Si la nota definitoria de la riqueza es el reconocimiento, la pobreza se presenta entonces como una forma de oscuridad social. Esta situación, por cierto, refuerza la condición material de pobreza, afectando incluso a los tomadores de decisiones. Como ya hace unos años destacó Catalina Siles (2015), para las políticas públicas chilenas “los invisibles dejaron de ser prioridad”. Y, entre los pobres, en la calle habitan los más pobres.

En este contexto, recientemente la Fundación Konrad Adenauer y Fundación Gente de la Calle (2022) han publicado un informe sobre la situación de calle de los migrantes venezolanos, donde se “identifica la necesidad de pensar y formular las intervenciones sociales para personas en esta situación de manera intersectorial, en donde se aborde la situación de calle, paralelamente con la situación migratoria de las personas, tanto para el abordaje temprano de personas con estatus migratorio irregular, como para su erradicación”. Cabe recordar, como lo hace el informe, que, si bien el Registro Social de Hogares anexo calle, es un instrumento que permite acercarnos a caracterizar a la población en situación de calle, éste sólo se aplica a quienes cuentan con un RUN, “quedando absolutamente fuera toda la comunidad migrante que se encuentra en situación irregular y sin poder solicitar residencia en el país”. 

Esta situación se traduce en conflictos emergentes entre personas en situación de calle chilenos y migrantes por disputas territoriales en el comercio informal, así como la violencia y robo en las noches de los “rucos”. En un reciente trabajo con estudiantes de la Universidad del Desarrollo, se registraron situaciones de criminalidad creciente de la cual son víctimas las personas de calle. Este escenario, a nuestro juicio, puede desencadenar una crisis mayor, toda vez que está invisibilizado para los tomadores de decisiones. La situación de calle de los migrantes es para ellos transitoria. Para muchos de los que hoy están en la calle, como dijimos, es una forma de vida. Urge, entonces, coordinar las fundaciones y municipios para atender a este conflicto. De seguir invisibilizado y sin una atención adecuada es muy probable que se repitan crisis como la de convivencia escolar o el narco en barrios segregados que hoy son muy difíciles de revertir. 

José de la Cruz Garrido

Centro de Políticas Públicas, Centro C+

Facultades de Gobierno e Ingeniería UDD