Fuente: El Mercurio
por Daniel Fernández
El avance de la inteligencia artificial (IA) abarca todos los ámbitos, incluyendo al arte.
Los artistas siempre han temido que sus obras sean plagiadas. Mi amigo Pablo Domínguez (Q.E.P.D.), en un momento de ingenuidad, se alegró cuando por fin lo imitaron. Ser copiado, mimetizado, conlleva reconocimiento y fama, pero es un robo intelectual.
El fantasma del plagio ha perseguido siempre a los artistas, pero nunca habrían imaginado que serían plagiados ya no por personas, sino por sistemas de IA, y que el plagio no consistiría tan solo en copiar obras suyas, sino en crear nuevas obras a partir de sus estilos y trayectoria.
Blake Gopnik, autor de “Warhol, la vida como arte”, dice en una entrevista publicada por Artes y Letras de este medio (21 de mayo) que Andy Warhol era en sí mismo una obra de arte, y que como tal tenía que ser recreada en cada década. Así expresado, artista y obra son concebidos como parte de una misma entidad.
La serie documental “The Andy Warhol diaries” va más allá. Producida por Ryan Murphy, está basada en el libro homónimo de Pat Hacket, a quien Warhol relató telefónicamente su vida a medida que esta iba transcurriendo, y la autora la fue escribiendo a modo de diario de vida. La serie emplea un software de inteligencia artificial que utiliza grabaciones de locuciones reales de Warhol, simulando su voz y su forma de lenguaje a la perfección. El software utiliza el contenido de los relatos escritos por Hacket y los comparte con la audiencia, recreados en voz de Warhol. Al cabo de un rato, uno empieza a olvidarse de la IA y siente que es Warhol quien habla. Por eso cuando él muere, asistimos a su segunda muerte.
¿Está Warhol hablándonos? Sí; es su voz armada de fragmentos. Lo que su voz dice ¿son palabras de Warhol? Sí; él las dijo y fueron escritas en su momento. ¿Expresa el contenido “dicho” por Warhol, sus sentimientos, reflexiones y pensamientos sobre cada momento de su vida? Sí, de eso se trata. ¿En qué sentido no está Warhol allí? No está presente su biología, aunque la nuestra se conmueve con el relato. En “Sobre la certeza”, Wittgenstein escribe: “Si alguien dice: ‘Tengo un cuerpo», se le puede preguntar ‘¿Quién habla por esa boca?»”1. Bueno, por “esta boca” habla alguien que ya no tiene cuerpo.
Los avatares son plagios de nosotros —y de otros—, que nos transportan a una convivencia paralela. Emocionarnos en el metaverso ¿qué consecuencias biológicas tiene? ¿Cuál es el alcance y los riesgos de que los niños habiten la realidad inmersiva que la IA crea?
El plagio a los artistas ya no se limita a sus obras, ahora ocurre con ellos en tanto personas, y potencialmente, alcanza a todos nosotros. Las consecuencias culturales de estas realidades paralelas se abren al infinito.