La start-up Kriket, representada por el alumno Alexander Götz y Agustín Troncoso de Ingeniería Civil Industrial, sede Concepción, ganaron la 1ª versión del concurso nacional “Impacto Emprendedor 2021”, junto a dos proyectos más.
La finalidad del concurso es apoyar proyectos innovadores en etapa temprana a través de herramientas metodológicas y un financiamiento inicial para la validación de sus prototipos de productos o servicios.
Según describe la web del concurso, “Kriket se encarga de convertir poliestireno expandido en alimento, utilizando larvas, las cuales poseen la capacidad de degradar este plástico, transformándolo en fertilizante y proteínas de alto valor biológico útiles para la alimentación de aves, cerdos, peces y mascotas”.
Durante las primeras etapas postularon alrededor de 300 equipos de todo Chile, quedando 70 seleccionados para el proceso de validación. En esta etapa se les asignó un mentor a cada equipo y tal como nos comenta Götz : “Nos encontrábamos avanzados en validación de laboratorio y de mercado, sin embargo, aún nos faltaba aclarar nuestro modelo de negocio y público objetivo. Por esta razón, nuestro mentor Oscar Gutiérrez Gómez, fue clave para definir nuestro early adopter y junto a los fondos entregados en la fase inicial del programa poder construir nuestra primera incubadora de insectos”.
Según nos cuenta Alexander, agracias al mentor asignado durante el proceso del concurso, pudieron definir un modelo de negocio basado en la venta de incubadoras, es decir, una especie de refrigerador pequeño que controla el 80% de las variables como temperatura, humedad, saturación de oxígeno, para maximizar el cultivo de larvas y automatizar el proceso.
“La idea es que el agricultor instale este artefacto a la electricidad y pueda producir de cinco a seis kilos mensuales de larvas” explica Götz, quien además agrega: “Nosotros teníamos bien testeado el tema de alimentación, cuántas proteínas tiene, para qué animales es útil, y si bien habíamos piloteado granjas de tamaño mediano, detectamos problemas particulares en la producción, y gracias a eso, pudimos desarrollar esta incubadora en base a las necesidades y dolores de nuestro mercado objetivo”.
En la etapa final, ya tenían un cliente que utilizaría 3 incubadoras para alimentar a 600 gallinas libres en Campanario, región del Biobío. Las cuales, no solo ayudarían a este avicultor a producir proteínas de manera local sino mejorar la calidad de los huevos producidos, aumentando la cantidad de omega-3 y la salud de las gallinas.
Durante el proceso pudieron generar estas incubadoras y gracias a los últimos ingresos, con los cuales, realizaron estudios enfocados en las lavas y las propiedades del fertilizante producido.
En la actualidad, se sumó un tercer integrante al equipo, quien es agrónomo y desarrollará el proyecto a tiempo completo, gracias a la inversión otorgada en cada fase del concurso: “Primero ganamos 300 mil pesos, y luego 700 mil pesos, dinero que invertimos en construir la incubadora lo cual nos permitió ser uno de los 3 ganadores del programa” indicó nuestro alumno.