Un nuevo estudio revela que el polvo contaminado con metales tóxicos provenientes de la minería de cobre se desplaza por largas distancias, alcanzando comunidades rurales y afectando la salud pública en zonas no monitoreadas.
Un estudio reciente advierte que el polvo cargado de metales tóxicos, emitido por la actividad minera de cobre en el norte de Chile, puede recorrer hasta 70 kilómetros impulsado por los vientos, depositándose en comunidades rurales alejadas de los centros mineros y fuera de los programas de monitoreo ambiental. Esta dispersión de partículas tóxicas, ricas en cobre, molibdeno, azufre y arsénico, plantea un desafío significativo para la salud pública y el medioambiente en zonas donde la exposición a estos contaminantes ha sido históricamente ignorada.
El estudio, liderado por Nicolás Zanetta Colombo, investigador de la Universidad de Heidelberg, en colaboración con Zoe Fleming, investigadora del Centro de Investigación en Tecnologías para la Sociedad (C+) de la Facultad de Ingeniería UDD y académicos de la Universidad de Chile, la Universidad de Tarapacá, y la Universidad de Antofagasta, pone en duda la percepción de “contaminación natural” en el desierto de Atacama.
En particular, se sostiene que, aunque el norte de Chile presenta concentraciones elevadas de arsénico por su riqueza geológica, los niveles hallados en las áreas mineras son hasta once veces más altos que los niveles naturales estimados. Los investigadores afirman que es la actividad minera, y no el entorno natural, la principal responsable de la distribución de este tóxico en la superficie del Atacama.
“Si bien el arsénico es naturalmente abundante en la región, nuestros hallazgos muestran que la actividad minera está reconfigurando su distribución en el territorio de manera significativa. Este no es un fenómeno puramente geológico, sino una manifestación directa de cómo las dinámicas de la extracción minera alteran el equilibrio ecológico y la dispersión de estos contaminantes,” indica Nicolás Zanetta Colombo.
Por otra parte, el estudio señala que las políticas actuales y las prácticas mineras se centran en monitorear y remediar solo las zonas cercanas a los sitios de extracción, ignorando las áreas más alejadas. Lo anterior, ha dejado desprotegidas a comunidades rurales donde la exposición a metales pesados podría estar aumentando sin control ni medidas de mitigación.
Finalmente, los investigadores hacen un llamado a ampliar los protocolos de monitoreo, de modo que reflejen la verdadera extensión del impacto de la minería y protejan a estas comunidades vulnerables.
“Lo que hemos encontrado en este estudio es que la concepción de los impactos ambientales sigue siendo demasiado reduccionista. Las políticas públicas actuales siguen limitándose a las inmediaciones de las minas, obviando el efecto de largo alcance que tienen las emisiones mineras sobre el territorio. Esta brecha no solo es política, sino profundamente científica.”, agrega Zanetta Colombo.
Con base en estos hallazgos, Zanetta Colombo subraya la urgencia de un cambio en las políticas públicas que regulan la minería en Chile, destacando la necesidad de integrar la ciencia en la toma de decisiones:
“Es crucial que las decisiones políticas sobre la minería en Chile integren de manera más profunda los conocimientos científicos. Solo con un enfoque basado en la evidencia podremos implementar medidas eficaces para mitigar los efectos adversos de una industria que, si bien es vital para el país, ha operado durante años sin la debida consideración de sus impactos a largo plazo. Necesitamos políticas públicas que no solo respondan a la presión económica, sino que también protejan el bienestar de las comunidades y el medioambiente.” Finaliza Zanetta Colombo.
Puedes leer el estudio completo aquí: «Blowin’ in the Wind: Mapping the Dispersion of Metal(loid)s From Atacama Mining»
Imágenes por Jason Sellers.