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Impresionantes primeros resultados del dispositivo que ayuda a pacientes con ACV

Fuente: Lun

La escala Fugl-Meyer (FMA-UE), conocida así por el apellido del médico sueco que la creó, es una prueba clínica para evaluar la recuperación del movimiento de brazos y de piernas de una persona después de un accidente cerebrovascular (ACV) o de una lesión cerebral: un especialista le pide al paciente que haga ciertos ejercicios y a cada uno de ellos se le asigna cero punto si no lo puede hacer, 2 si lo hace parcialmente y 3 si lo hace correctamente. El dispositivo de rehabilitación ALBA provocó en promedio mejoras de 14,3 puntos en el movimiento de los brazos de 32 pacientes adultos mayores de 18 años o más que sufrieron un ACV, según un estudio clínico publicado dirigido por la Universidad de Tufts, de Estados Unidos, la Clínica Los Coihues, de Estación Central, y académicos de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación de la Universidad Andrés Bello. «Este número no es sólo un valor estadístico. Representa una mejoría funcional real y perceptible. Para entenderlo, los expertos definen que un cambio mínimo de 5 a 12 puntos en esta escala ya es suficiente para que el paciente note la diferencia en su vida diaria», explica.

La prueba

Pamela Muñoz, contadora auditora y académica de Facultad de Administración y Economía de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), ha ocupado ALBA para su rehabilitación. «Tuve un mejor resultado de lo que esperaba. Aceleró mucho mi recuperación», cuenta. El domingo 2 de abril del 2023 sufrió un accidente cardiovascular. «Mi hermana se dio cuenta de que algo raro me pasaba y me llevó a Urgencia. Desperté a los 16 días con todo el lado derecho sin movimiento», recuerda. Su rehabilitación primero fue tradicional, con ejercicios y kinesiólogo. Después tuvo acceso a ALBA en la Clínica Los Coihues. «Fueron como tres meses de terapia tradicional en sólo 20 sesiones de ALBA», explica.

Este aparato es una creación de uMov, una empresa de soluciones tecnológicas creada por Pamela Salazar, ingeniera civil industrial de la Universidad del Desarrollo. En un curso de innovación en el último año de su carrera el desafío fue la salud. «Buscando las principales causas de muerte y de discapacidad a nivel mundial llegamos al accidente cerebrovascular. En todo un proceso de empatización, yendo a los centros de salud, nos dimos cuenta de que el accidente cerebrovascular es un tema súper crítico, pero donde se vive la mayor necesidad y dolencia es en el proceso de rehabilitación», explica Pamela, de 32 años.

La interrupción

Un ACV se produce cuando se interrumpe el flujo sanguíneo hacia el cerebro. Células y nutrientes de este órgano mueren. Si esa muerte ocurre en una parte que controla el movimiento de brazos y de piernas, por ejemplo, el resultado es una parálisis. «El cerebro tiene una capacidad de aprender muy rápida. Esa parte que se murió no se va a recuperar, pero en otras partes empieza un trabajo cognitivo, se generan nuevas conexiones neuronales, que le permiten asumir esas funciones que controlaba la que se murió», cuenta.

El nombre ALBA refleja la intención de sus creadores de darle un nuevo amanecer a las vidas de las personas que sufrieron un ACV. «Es un dispositivo médico para la recuperación del tren superior», explica. Primero el paciente debe agarrar dos barras. «La pantalla, que tiene la aplicación, te va mostrando distintos juegos. Hay uno de capturar objetos como si tú fueras una nave en el espacio y tienes que ir moviéndote en distintas direcciones en que van apareciendo los objetos», explica. La otra posibilidad es muy similar a las tijeras del examen sicotécnico de conducir. «Es un sistema de rieles que tienes que seguir sin salirte. Te muestra en qué posición vas, cuántos errores estás teniendo». El dispositivo le da autonomía al paciente. No es necesaria la supervisión permanente de un profesional, aunque después de la sesión él puede hacer un análisis. «Con toda la información que captura el dispositivo, en una plataforma, en un computador, puede revisar en mayor detalle dónde se presentó la mayor cantidad de errores y cuál fue la efectividad de la terapia», asegura.

Todos los años, la revista MIT «Technology Review» escoge 35 innovadores menores de 35 años de Latinoamérica. En la edición 2024 Pamela fue elegida en la categoría «Visionarios».