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Innovar en nuevos materiales: el impacto silencioso que transforma sociedades

Por: Bruno Grossi, investigador Grupo Nuevos Materiales Centro de Investigación C, Facultad de Ingeniería UDD.

En la historia de la humanidad, pocas fuerzas han tenido un impacto tan profundo como el desarrollo de nuevos materiales. La Edad de Piedra, el Bronce, el Hierro: cada una de estas etapas marcó un salto civilizatorio. Luego aprendimos a crear aleaciones, más tarde a sintetizar materiales y hoy podemos diseñarlos a distintas escalas para que respondan a necesidades específicas. Vivimos, silenciosa pero decisivamente, la era de los materiales inteligentes y de diseño. 

El impacto de esta revolución trasciende el laboratorio. En salud, nuevos biomateriales permiten tratamientos más rápidos y menos invasivos para heridas, quemaduras o reemplazos de tejidos, mejorando la calidad de vida de millones de personas. En energía, los avances en almacenamiento y captura permiten enfrentar la crisis climática con soluciones más eficientes y sostenibles. En infraestructura, materiales ligeros, resistentes y reciclables abren la puerta a ciudades resilientes y adaptadas a un mundo en cambio. 

Los países que invierten en I+D en nuevos materiales no sólo ganan competitividad, sino que se ubican en posición de anticipar desafíos globales y proponer soluciones con impacto económico y social. Chile, con su riqueza en recursos naturales y un ecosistema científico-tecnológico en expansión, tiene la oportunidad de no ser únicamente proveedor de materias primas, sino también de conocimiento transformado en materiales de alto valor agregado. 

Innovar en materiales implica arriesgarse, experimentar y conectar disciplinas. Química, física, biología e ingeniería dialogan en un mismo espacio, y lo hacen en alianza con la industria y la sociedad. Esa convergencia no solo genera nuevos conocimientos en ciencias básicas, sino que también emergen de forma natural nuevas patentes o startups: genera la posibilidad de repensar cómo vivimos, cómo nos curamos, cómo nos movemos y cómo cuidamos nuestro planeta. 

Cada nuevo material abre una ventana a futuros posibles. Algunos eran impensables el siglo pasado, como textiles que cambian su forma ante estímulos eléctricos, membranas de celulosa usadas como parches para sanar heridas, neumáticos adaptables a prueba de pinchazos, amortiguadores inteligentes autorregulados, sistemas de robótica blanda de alta precisión o superficies que filtran agua con eficiencia atómica. Pero todos comparten un denominador común: nacen de la convicción de que la innovación en ciencia y tecnología es la herramienta más poderosa para transformar realidades. 

En definitiva, hablar de materiales no es hablar de objetos: es hablar de humanidad. Porque en cada fibra diseñada, en cada superficie optimizada, en cada metamaterial concebido, lo que se está construyendo no es solo un producto: es la posibilidad de construir una sociedad más adaptada, segura y sustentable.